Pocas cosas hay en la vida que me hagan tanta coña/den tantas ganas de repartir collejas que lo que yo llamo el sprint falso o la arrancada tróspida. Este fenómeno es sólo perceptible cuando uno está conduciendo. Al estar esperando en un paso de cebra para poder avanzar, el semáforo de los peatones se pone en ámbar. Cuando el ámbar se vuelve rojo para ellos y verde para los conductores siempre hay algún peatón que se pone a fingir que está corriendo o, por lo menos, que finge acelerar. Da un saltito impulsándose con el pie derecho, cae sobre el izquierdo y automáticamente se impulsa con éste, desplazándose con una sucesión de minibotes a lo canguro alternando el pie de apoyo. Una especie de trote cochinero-lastimero pero, y esa es la clave, a una velocidad no mayor al 10% de la velocidad de paseo. Mientras lo hacen parece que de sus cabezas sale un globo de cómic que dice : AYQUECASIESTÁENROJOPORPOQUITOAYQUELLEGO...
En la foto : Retratos robot del prototipo de los expertos en este característico movimiento.
3 comentarios:
Si, vale! Pero esto mismo da mucho más miedo si el peatón eres tú y el que hace amagos al borde del paso es un conductor que podría APLASTARTE si te decides a cruzar justo cuando él acelera!!!!!!
Es sólo para que el conductor tenga piedad y no se lance a atropellarlos, ja ja ja.
Efectivamente, es una defensa contra los hijosdeputa de los conductores. ¿Cuántos peatones son atropellados al día porque los conductores no respetan semáforos ni cebras?
Suerte que es el falso sprint y no un bazooka el arma que tenemos para defendernos.
Publicar un comentario